La clave del gran crecimiento integral y
explosivo que están experimentando actualmente las iglesias celulares, no radica en programas, ni
en su estructura misma, sino en el potencial que encierra el mundo social y relacional
de cada uno de sus miembros. Cuanto más y mejor reproduzca cada cristiano el
orden de relaciones establecidas por Dios, mayor será el potencial de
crecimiento de la iglesia. La base bíblica y teológica que debe regir el aspecto social y relacional
de cada miembro de iglesia, la encontramos bosquejada en S. Mateo 22:37-40. “Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo
tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y
grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”. Como es
evidente, el hombre fue creado por Dios como un ser eminentemente social y relacional.
La vida debe vivirse cultivando continuamente relaciones personales de amor, de
acuerdo al orden de prioridades establecido por Dios mismo: Amor Supremo a Dios,
y al prójimo como a uno mismo. Estas relaciones fueron dañadas por el pecado,
pero Dios hizo posible que con su ayuda y poder sean restablecidas. El Señor ha
provisto todo lo necesario para ser victoriosos. Lograrlo es responsabilidad
personal de cada uno.
El evangelismo celular se desarrolla a través
de una sucesión de victorias tendientes a restablecer y mejorar cada vez más nuestras
relaciones personales con Dios y con nuestro prójimo.
Primero:
La Victoria Personal.
Antes de luchar para vencer y hacer huir a Satanás
de las vidas de nuestros prójimos, primero tenemos que luchar hasta vencerle y
hacerle huir de nuestras propias vidas. Antes de llegar a ser instrumentos de
liberación y salvación para otros, primero necesitamos ser liberados y salvados
nosotros mismos. Esto puede lograrse únicamente por la gracia y la ayuda del
Señor. La Biblia lo expresa muy claramente en Santiago: 4: 7, 8. “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y
huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores,
limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones”.
La devoción personal diaria, la oración constante y el ayuno, son la clave para
lograr la victoria personal.
Segundo:
La Victoria Familiar.
Después que el evangelio ha pasado por
nuestra experiencia personal, el evangelismo debe continuar en casa, con
nuestros familiares y más allegados, como son los amigos, vecinos, compañeros
de estudio, de trabajo, etc. Jesús enseñó esta lección cuando sanó al
endemoniado gadareno. S. Marcos 5: 18 –
20. “Al entrar él (Jesús) en la barca, el que había estado endemoniado le
rogaba que le dejase estar con él. Mas Jesús no se lo permitió, sino que le
dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuan grandes cosas el Señor ha
hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti. Y se fue, y comenzó
publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se
maravillaban”. La clave para lograr la victoria familiar está en la influencia
positiva del testimonio personal, en todos los aspectos de nuestras relaciones
familiares. El amor al prójimo como a uno mismo, acompañado por el uso de los
dones espirituales, la oración intercesora, el ayuno, etc. logrará lo que
muchos programas no pueden hacer. Hasta donde dependa de nosotros, debemos lograr
que se realice el culto familiar, matutino y vespertino y estudios bíblicos en
casa.
Tercero:
La Victoria Celular (Células evangelísticas y discipuladoras).
Después de nuestro entorno familiar en casa, nuestro
grupo celular es nuestro segundo hogar. Allí, todos nos edificamos y discipulamos
unos a otros, con el único propósito de cumplir la Gran Comisión que Jesús dio
a la iglesia: evangelizar y discipular a
todo el mundo. Los grupos celulares interconectados, constituyen la gran red que
el Señor usará para terminar su obra de pescar hombres para su Reino, en el
breve Tiempo de Gracia que nos queda. Cuando Jesús quiso enseñar a su grupo
celular a pescar hombres trabajando en equipo, los llevó a pescar en una barca.
S. Lucas 5:1-11, narra la
experiencia que tuvieron los discípulos de Jesús, cuando trabajaron todos en
conjunto y unidos, en equipo, pescando con redes, y conectándose con otra barca
para ayudarse mutuamente, porque la pesca era muy abundante y las redes se
rompían. Esta historia nos enseña muchos detalles muy importantes para lograr
la victoria celular. Por ejemplo:
- Nunca debemos aventurarnos a pescar hombres, sin la presencia y dirección de nuestro Señor Jesús. Si lo hacemos, tendremos los mismos resultados negativos que tuvieron sus discípulos cuando pescaron solos.
- Todos debemos estar siempre dispuestos y disponibles a escuchar y obedecer fielmente la voluntad de Jesús. Él es nuestro líder supremo.
- Todos debemos estar comprometidos a salir a buscar los “peces” y a echar las “redes” para pescarlos. Por lo general los “peces” no vendrán a nosotros, por eso Jesús dijo: “Simón: Boga mar adentro y echad vuestras redes para pescar”.
- Todos debemos permanecer concentrados, enfocados en lograr el único propósito de tener una abundante pesca. No debemos permitir que nada ni nadie distraiga o desvíe nuestra visión para lo cual fuimos llamados: Evangelizar y discipular. Auque no todos haremos lo mismo, sin embargo, cada uno, con sus talentos y dones espirituales se esforzará por hacer lo más y mejor que pueda.
- Para evitar que las redes se rompan por la abundancia de peces y que éstos se pierdan, las barcas deben estar siempre interconectadas con otras allegadas, y así poder ayudarse mutuamente y compartir la pesca. Y para evitar que las barcas se hundan por el excesivo peso de la pesca y de sus tripulantes, es necesario multiplicar nuevas barcas. Aplicando esto al sistema de los grupos celulares, concluimos lo siguiente: Los grupos siempre deben mantenerse pequeños, con no más de 12 miembros bautizados, para que no se rompan como las redes y sus miembros se pierdan. Los grupos celulares siempre deben funcionar interconectados con otros, para ayudarse mutuamente, albergando y discipulado a los recién nacidos. Esto se realiza a través de la red de grupos celulares que se interconectan mediante sus líderes en las dos reuniones de discipulación. En la primera reunión son miembros de la célula y en la segunda, líderes de célula. Para que los grupos celulares no corran el riesgo de poder hundirse como la barca, debido al excesivo peso de responsabilidades que llevan sus pocos miembros al cumplir la Gran Comisión, es necesario multiplicar una gran multitud de nuevos grupos celulares.
- No debemos conformarnos con ser solamente buenos alumnos del curso para pescadores de hombres dictado por Jesús, en su barca de Simón; sino que debemos tener nuestra propia barca (grupo pequeño), y enseñar a otros a hacer lo mismo. Esto significa que todos hemos sido llamados para ser líderes y formadores de líderes.
- Cuando veamos la pesca milagrosa, debemos entender que fue sólo por la bendición de Dios y no por nuestra capacidad, o sabiduría, o la perfección de nuestros planes. Como Simón y los demás discípulos, temamos a Dios, y expresémosle nuestra gratitud rindiéndole toda la gloria y honra a su Santo Nombre. Cuando sobrepasemos nuestro blanco de 1000 nuevos discípulos, estaremos seguros que fue por la pura misericordia y poder de Dios y no por mérito humano alguno.
Pr. Roling Zelaya Rabanal
Pastor Distrital de la Misión Peruana del Sur
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes hacer tus comentarios aquí: